viernes, 3 de julio de 2009

Rock al Parque 2009

Y ya pasó la edición número quince de Rock al Parque… Ahora que la tierra en el parque Simón Bolívar ha vuelto a asentarse y los amplificadores han sido guardados, quizá sea buena idea echarle una mirada a la versión más reciente del que dice ser el festival de rock gratuito al aire libre más grande de Latino América.

Arranco admitiendo que hasta cierto punto estaba equivocado. Buena parte de mis recuerdos de los últimos años de Rock al Parque estaban adornados con el hecho que regresaba a mi casa con barro hasta las orejas (Literalmente… No me pregunten como, por favor), sin embargo este año no fue así, y a pesar de lo que sugería el clima de los días que precedieron al festival, en ese sentido, hay que admitir que el cambio de fecha pudo resultar adecuado para evitar traumatismos en la logística de los conciertos. Por otro lado, dicho cambio de fecha resultó ser (Como muchos temíamos), un arma de doble filo; Si bien fue conveniente desde el punto de vista logístico, desde el punto de vista artístico resultó ser una pésima idea: Un Rock al Parque realizado a mitad de año no es más que un pez muy pequeño en un estanque muy grande, dominado por eventos como Glastonbury, Coachella y demás, los cuales terminan por eclipsarlo y de alguna manera limitan las posibilidades que tiene Rock al Parque de crecer en términos de la calidad de su cartel, claro, no implica que traer artistas del hemisferio norte sea garantía de éxito, pero siempre es agradable tener sorpresas del calibre de Apocalyptica, Suicidal Tendencies, Black Rebel Motorcycle Club o Bloc Party. En este sentido, el cambio de fecha y sus implicaciones sobre el cartel de artistas tuvo un efecto nocivo para los verdaderos protagonistas del festival: Las bandas locales. La desafortunada verdad es que al no haber un listado solido de bandas internacionales, el público asistente al festival no estaba tan interesado por ir al festival desde el principio de la jornada, con lo que las bandas que abrían estos escenarios se encontraron tocando ante audiencias absurdamente pequeñas, que en algunos casos, no hacían justicia a la calidad de las bandas.

Pasando a otro tema, la retrospectiva sobre Rock al Parque dejó mucho que desear. Las imágenes de conciertos pasados que se presentaban entre concierto y concierto, en el mejor de los casos no pasaban de esta década, con lo que se evidenció el precario trabajo que se ha hecho en preservar la memoria del festival. Aunque fue una sorpresa agradable tener a nombres tan importantes en el rock bogotano como Mario Duarte y Amós Piñeros en vivo y no en video, hay un odioso subtexto al hecho que no exista tal registro: ‘En esa época no nos importaba lo que se estaba haciendo, así que no nos molestamos en registrarlo’. Así mismo, el hecho que con quince años de festival aun no existan alianzas serias con disqueras y otras industrias culturales para tener un registro mas allá de las transmisiones de Canal Capital habla mal de la organización del festival, que podría hacer mas cuando se tiene el apoyo del gobierno de la ciudad de Bogotá, que desafortunadamente, en otro acto de demagogia decidió convertir al festival en una ventana mas para el proselitismo político y cierto nepotismo y tráfico de influencias, como lo demostró la presentación del colectivo Seykiwia, que si bien tiene tras de sí una causa noble y necesaria, artísticamente hablando no tenía lugar dentro del cartel del festival. Las mentes suspicaces podrían decir que solo estuvo en el festival por sus vínculos con la concejala del Polo Democrático Ati Quigua y uno de los integrantes de la banda Dr. Krápula, convirtiendo esa presentación en un evento político que destiló un odioso tufo a Etnocentrismo para rematar.

Es evidente que la edición numero quince del festival dejó mucho que desear, con un cartel que tuvo buenos momentos pero que no hizo justicia a los estándares dejados por la versión de 2008, y que demostró que si bien el hecho que ya lleve 15 años es prueba que se está haciendo algo bien, también ha habido muchísimos yerros en una organización que podría lograr más con lo que tiene a disposición.


Por lo menos en estos quinces no hubo un Cisne de Icopor.


Estoy perfectamente consciente que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué algo en este blog... Distintos compromisos han hecho que la fecha que cuadro para empezar a publicar de nuevo sea corrida cada vez. Por otro lado, las reseñas que estoy publicando en Cortesía de la Casa tambien me han quitado algo de tiempo. El punto al que trato de llegar es que ÑM ya no va a tener la periodicidad que antes tenía, lo cual me duele muchísimo en el alma porque esta página es mi bebé y quiero seguir publicando cosas en ella. De momento, pueden encontrar mis reseñas semanales en esta página. Asi mismo, estén pendientes de la revista Cartel Urbano, en cuya proxima edición tambien tendré una columna publicada.

Chau, se cuidan